Esta semana fui a cine a ver “Bekas” (que de ante mano la recomiendo) abordè un taxi que encontrè a la salida del centro comercial con la idea de ir a mi casa lo màs pronto posible, ya era tarde y había sido un dìa largo, al abordar el vehículo me percaté del conductor, ahì estaba èl, en el asiento delantero frente a sus casi 80 llaveros era Freddy Ramirez, debajo de una gorra negra alcanzaba a ver su pelo grisàseo, una mirada tranquila y un marcado acento paisa que me preguntaba para donde iba, le dije la dirección y le expliquè el camino – “digame màs bien por donde es, yo mejor no me pongo a buscar que luego me pierdo”- fue la respuesta de Freddy, que detrás de sus gafas de marco blanco emprendìa el camino que màs adelante sería el equivocado.
Cuando subì al taxi lo primero que vi fueron decenas de llaveros pegados en el  panorámico, de diferentes figuras, formas, colores, texturas que colecciona hace muchos años, ahì empezó mi curiosidad y empecé a preguntarle por sus tesoros.
Su colección iniciò cuando conoció hace muchos años a una joven quièn era su pasajera, de la que se hizo amigo cercano en poco tiempo, ella vivía en el distrito de Agua Blanca en Cali, uno de los sectores poco seguros de la ciudad al cual el primer dìa no quiso ir, tenía el taxi nuevo para esa época y no querìa llevarlo por ese camino lleno de piedras  e inseguro, ella (de la que nunca supe el nombre) insistió en que nada malo le iba a pasar y asì Freddy Ramirez empezó a transportarla en las noches cuando ella salìa del trabajo con dos compañeras màs, en una de esas noches èl notò que en sus manos siempre traían llaveros de plàstico cada dìa, nunca supo de donde salìan y ella le regalò unos cuantos, para ese entonces el techo de su antiguo en Ford 61 era de metal, ahì los pegaba  hasta que empezaron a incomodar y se fueron trasladando poco a poco al vidrio delantero de su carruaje amarillo.
Esa amiga, de la cual no tenemos nombre le propuso un viaje a Estados Unidos, por allà a finales de los 70, èl no le dijo que no pero tampoco le dijo que sì, le dijo que se fuera primero y que èl caìa, evidentemente viajò años después pero con la que es su actual esposa y con la que lleva 40 años de casado.
Freddy tiene 66 años, es de Jericò Antioquia y ha vivido en diferentes ciudades y países, nunca volvió a Jericò ni a Medellìn, le gustò Cali y en ella se quedó. Lejos de su esposa, y sus hijos està completamente seguro que en Colombia lo tiene todo, misteriosamente cree firmemente que la comida y una buena mujer es lo único que necesita para estar bien y feliz aunque su esposa viva aùn en estados Unidos y la ve cada año sigue creyendo en el amor y en reencontrarse con ella.
El idioma no fue un problema para los 15 años que vivió en el exterior, el inglès básico le alcanzaba para trabajar en la calle, en los tantos oficios que desarrollo asì vivió, trabajò y sacò adelante su familia, es padre de 7 hijos y tiene 3 nietos, cada 5 años se reúnen todos en Colombia.
Decìa Freddy que en Colombia usted oye lo que quiere oìr, que en estados unidos se puede pasar de música cubana a boleros sin tener que ir muy lejos, a mi me intrigaba como pasan sus días acompañados de música, y aquí llegó la magia, después de hacerle la pregunta dos veces.
Nos desviamos del camino, tuve que interrumpir su historia para corregir el trayecto, no me asustè, simplemente seguì preguntando después de corregir oyendo como desenfrenadamente Freddy Ramirez tras el volante se afanaba por contarme detalles de toda su vida.
El sonido de los llaveros golpeándose uno con el otro fue lo único que sonò en todo el camino, antes de llegar a mi destino le preguntè otra vez por la música, su respuesta me sacò una sonrisa, sentí que todos estos sacrificios, de estar lejos de mi casa, sin mi familia, sin mis amigos, sin mis calles sin lo mìo vale la pena cada dìa, si puedo hacer parte de la vida de muchas personas sin saber su historia al otro lado del radio va a valer la pena, ¿Còmo no? Sì haciendo lo que soñè y a lo que le he dedicado mi vida hace parte de la vida de los otros.
Aquì les dejo la grabación de mi conversación con Freddy Gómez. Ahì les dejo razones por las cuales yo sonrìo.
Que linda la Radio.
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